sábado, 23 de agosto de 2025

Las máscaras sociales, para el blog Espiritualidad

 

Hola, hoy me uno a la propuesta que nuestra amiga Roselia Bezerra nos dejó en su blog ESPIRITUALIDAD.
Ella nos propone el desafío de escribir sobre las máscaras sociales. Un tema candente en este tiempo que estamos atravesando.
Espero que mi aporte les guste, pero por sobretodo, los haga reflexionar. Nos leemos


Me duele la involución de la evolución de mi especie,
el mundo está enmascarado.
Hoy que se abren miles de ventanas para que estemos intercomunicados
estamos despedazándonos
¿Quiénes serán los que están moviendo las cuerdas que nos sostienen y nos hacen pendular de acuerdo a sus necesidades?
¿Quiénes apuestan a seguir ambicionando el dominio del planeta y nos presentan cuestiones que derrumban nuestras creencias?
Todo, absolutamente todo está enmascarado: el aire, el agua, los alimentos, la fe, las creencias, la naturaleza.
¿Quedará algo natural en esta vida artificial para la que estamos respirando?
Quiero creer, necesito creer que hay algo auténtico en algún lugar desconocido que no haya sido pisado aún por la humanidad.
La juventud vive pendiente de las máscaras, consume propuestas enmascaradas de bienaventuranzas que no llegan, detestan pensar, el silencio, la calma. No sólo la juventud, también muchos adultos.
Me duele esta evolución que nos arroja por un precipicio que no tiene fin. 
El ser humano no está preparado para visualizarse al desnudo, en carne viva, tal cual es: bello, vivido, con arrugas que van anunciando el paso del tiempo y  la adquisición de experiencias. 
Va tomando una goma gigante para borrar las huellas de los minutos que corren, pero el tiempo escribe nuevamente y con mayor crudeza que está pasando, que no se detiene, grita desaforado que nos detengamos, que dejemos de intentar que pare y que vivamos, así, como somos: seres indefensos, llenos de capacidad de amar, de disfrutar. ¿Por qué entonces seguir apostando a ser otros, con cuerpos deformados de tanto intentar cambiarlos?
Máscaras y más máscaras, pero ninguna de ellas, puede representar lo que realmente somos: humanos, esos que nos decían que nos diferenciábamos de los animales porque podíamos pensar y sin embargo, ¿qué hemos hecho con esa especial capacidad? Hemos destruido lo mejor que teníamos: el planeta y nuestras convicciones. 
Creo que llegó la hora de un verdadero compromiso con la especie a la cual pertenecemos. Sueño con poder construir un arca que proteja lo que realmente vale la pena y rezar para que se produzca un diluvio  que borre todo lo que está mal. 

                                                    Rosana










martes, 19 de agosto de 2025

No solo son tostadas. (Por Patricia F.)

 

Hola a todos, me sumo con este texto a nuestra convocatoria juevera: "Juguemos con el olfato", recuerdos que se van sumando en mi mente y recuerdos, con un aroma tan simple como lo es el pan tostado.




No solo son tostadas. (Por Patricia F.) 


Tardes de invierno, afuera el frío ha escarchado los charcos de agua en la calle de tierra, la cocina económica brindando toda la calidez de la leña en su fuego dorado. 

Mi madre cortando rodajas de pan de ayer para tostar sobre la plancha de hierro de esa cocina, mientras la leche a punto de hervir en el jarro de aluminio sobre el fuego, no hay que descuidarla o se escapará a borbotones de espuma blanca por los bordes, provocando un desastre sobre los aros de hierro de la hornalla. 

El mate cocido en otro jarro esperando su turno para unirse a la leche formando esa sabrosa bebida de las meriendas. 

Comienza a sentirse en el aire el aroma a pan tostado, que mi madre coloca pacientemente en un plato, para luego untar con manteca y alguna de las mermeladas que preparó en verano, con las frutas de nuestra quinta. 

Ciruelas, duraznos, tomates, membrillos, todos envasados y etiquetados, encerrando la calidez del verano en sus colores dorados, rojizos y naranjas que con su santa paciencia mi madre preparó sobre esa misma cocina unos meses atrás, 

Aroma a tostadas con manteca y mermelada, hoy tocó de ciruelas santa Rosa, bien morada y aromática, dulce y con cierto toque ácido, el placer en cada bocado. 

Afuera el frío de una tarde de invierno, el sol se acerca al horizonte, oscurece temprano y la cocina envuelta en la calidez de esa leña que mi padre ha preparado todo el verano. 

Calor de hogar, envuelto en aroma de tostadas y mate cocido con leche, mi hermano y yo mojando las tostadas en el líquido humeante y riéndonos, somos felices con las cosas sencillas, que ahora recuerdo como un tesoro y que antes no notábamospues era lo cotidiano. 

Aroma a tostadas... hoy me preparo unas tostadas con mermelada casera y unos mates, mientras evoco aquella lejana infancia, el aroma me lo recuerda, pero falta aquella calidez que, gracias a Dios, guardo en mi corazón. 

Mi madre, mi padre, la leña ardiendo en la cocina, ciruelas, duraznos, tomates, membrillos, envasados y etiquetados, en un tiempo ya pasado. 



Lamentablemente no tengo fotos de la cocina de micas de la infancia, pero esta de internet es bastante similar.




Mermelada casera de ciruelas, esta foto es de mi autoría, no así las anteriores.

lunes, 18 de agosto de 2025

Lista de Participantes.


Hola a todos, comenzaron a llegar vuestros links, aquí debajo dejamos el listado de participantes, muchas gracias a todos.



 JUGUEMOS CON EL OLFATO, AQUÍ VAMOS...
















































Coco por todos lados


Me uno a la convocatoria de este jueves con un relato sabrosísimo


 "Coco por todos lados", por Rosana


Desde entonces, no hay vez que huela coco rallado que no recuerde ese día. Era uno de los cumpleaños de mi madre, un 25 de noviembre de algún año. La tía Irma, esposa del hermano de mi abuelo paterno, una entrerriana muy particular y con unas dotes culinarias maravillosas,  llegó a casa a saludarla. Ella conocía las delicias que mi vieja preparaba, compartían esa fascinación, sabía que le gustaba muchísimo la repostería. Entró con un gran paquete en la mano, se notaba por la forma circular y la altura que era algo comestible. ¿Una bandeja de masas?, ¿bombas de crema chantilly?, no, una torta cocada. Todo estaba envuelto con un pulcro papel de almacén gigante y nuevo - se usaba tener resmas para envolver esas cuestiones -, con muchas vueltas y esas bandas acartonadas para que la confitura no sufriera ningún deterioro. 

Todos estábamos espectantes. La fama del tío Felix en la cocina era muchísima, pero su esposa, la tía Irma, también había desarrollado esas virtudes gastronómicas y cada vez que aparecía, toda la familia se avalanzaba para primero abrir los ojos muy grandes y luego, la boca más grande aún, una escena parecida a los pollitos recién nacidos detrás de la mamá gallina.

Lentamente, como la tía solía hacerlo mientras esbozaba una sonrisa cómplice con ella misma, fue deshojando el regalo, lo apoyó muy, pero muy despacio sobre la mesa, como quien posa a un recién nacido en la cuna por primera vez. A esta altura ustedes estarán pensando: pero bah, si finalmente es una torta y se la habrán comido, mordido, tragado y hecho migajas. 

El tema, queridísimos lectores, es que la gastronomía es un arte, un arte que se va construyendo despacio, y como todo, requiere de su tiempo y sacrificio para lograr una pieza única y exitosa, no importa cuánto va a durar sobre la mesa.

Tomó el cuchillo grande y dentado, el que era propio para estos menesteres - mi madre no hubiera utilizado otro, en casa no había dinero de sobra, pero sí, costumbres refinadas -, tomó la espátula, la que mi padre había  hecho en el taller, en forma de hoja y con mango repujado, fue tomando los platos de té de porcelana,  y nos fue sirviendo muy despacio y no dejaba de dejarnos entrever una risa burlona, la  que espectante, esperaba al acecho los suspiros de los convidados al festín. Cada porción era un trozo de espuma amarilla, de unos siete cm de altura de las cuales emanaba un embriagador aroma a un dulce y auténtico coco de excelente calidad.  No eran porciones uniformes , a pesar de que todo era un festival de coco, podían diferenciarse tres capas: bizcochuelo de verdadera manteca, una parte más húmeda y una mermelada brillosa que enceguecía al más ciego. ¿Que exagero? Yo habré tenido unos trece años y aún puedo ver y oler ese momento mágico y familiar.



Ahí surgió la pregunta: -¿Cómo la hiciste?

La tía, miró a mi madre por encima de sus anteojos negros y le dijo: en el papelito está la receta, ese es mi regalo de cumpleaños, no la torta, la receta es lo más valioso y espero la guardes y no la compartas, salvo que sepas que alguien va a apreciarla tanto que lo merezca para su cumpleaños.

Olores, sabores, primavera de noviembre, el comedor de mi casa de la Isla Maciel, esas grandes mujeres que ya no están y el poder del aroma del coco que me las trae y me las regala nuevamente. 



Rosana

Las máscaras sociales, para el blog Espiritualidad

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